Después de la vida (micro febrero)

El dolor, por fin, se ha detenido. Esos pusilánimes de poca monta fueron capaces de torturarme como si yo fuera una plebeya cualquiera, mientras vociferaban que yo era una bruja. No, yo no era una desgraciada cualquiera que pudieran eliminar de la vida de este mísero reino. Yo era su reina, la más bella entre las bellas, la más sabia entre las sabias. Pero ellos creyeron en los lloriqueos de una mocosa despiadada en lugar de en mis palabras, las de la mujer que los gobernó con justicia por tanto tiempo.

¿Qué pecado cometí para merecer esto? ¡Ah, sí! Ser mujer y conocer los secretos de la magia. Algo bueno me enseñó ese Espejo maldito. Mientras mi cuerpo yace inerte en el patíbulo, mi alma está fulgurante como un volcán en erupción. Solo tengo una oportunidad para volver, y si encuentro el envase perfecto, mi venganza será implacable.

Recuerdo lo mucho que amaba mi rostro, tan pálido, tan terso. Al ver mi reflejo en el río, pensaba: "Inara, eres tan hermosa que ningún hombre de esta tierra te merece". Todo hubiera sido distinto si ese caballero de ojos tristes jamás se hubiera cruzado por mi camino.

Por ahora, no me queda más que andar hasta encontrar a una joven cuya belleza al menos se acerque a la mía, que haya perdido la esperanza en este mundo, que la vida la haya golpeado tan fuerte que quiera dejar su vida de miseria y me entregue su cuerpo para volver a vivir.


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